Para alguien como yo (una persona que se mantiene fiel a mis propios orígenes, por lo que mantengo la relación con la gente de mi entorno y mi pueblo natal), que se le ofreciera la posibilidad de dirigir a la Selección Comarcal del Camp de Túria fue un orgullo. Soy un habitante de la Pobla de Vallbona, milité en equipos de mi comarca y me enfrenté a muchos equipos del Camp de Túria. Poder entrenar a un grupo de jugadores de todas esas poblaciones y hacerlo con un espíritu competitivo (porque todos desean ganar, incluso en los partidos amistosos) y, a la vez, de hermandad (ya que otro de los objetivos era generar una convivencia entre chavales que habitualmente son rivales) era para mí un reto muy estimulante.

Para lograr que esta experiencia fuera única e inolvidable, quise rodearme de gente que he ido conociendo en mi paso por el fútbol comarcal: es el caso de Antonio Ortiz, quien asumió el cargo de entrenador de porteros; Toni Cerezo, quien fue mi segundo entrenador; o Jesús Martí, coach deportivo que se encargó de motivar y preparar psicológicamente al grupo.

La experiencia fue muy positiva, y traté de implantar una metodología de trabajo que pasaba por generar una serie de automatismos futbolísticos, al tiempo que se cohesionaba el grupo. Las muestras de cariño recibidas por el resto del staff técnico y los jugadores con los que trabajé durante esas dos semanas son un claro ejemplo.